¿Asesinó Ricardo III a los príncipes de la Torre de Londres?

Retrato de Ricardo III y parte de sus restos encontrados en Leicester

El reciente descubrimiento de los restos del rey inglés Ricardo III en un aparcamiento de Leicester y la decisión de secuenciar el genoma del monarca británico han puesto de moda a uno de los personajes más controvertidos y enigmáticos de la historia de Inglaterra.

En 1483 fallece el rey inglés Eduardo IV. Su hijo del mismo nombre, menor de edad, se dirige a Londres para su coronación; en el camino se le une el regente del reinoRicardo, hermano del rey fallecido. Al llegar a la capital instala al futuro Eduardo V en la Torre de Londres (en esa época la Torre no era una prisión sino una residencia real). El resto de hijos e hijas de Eduardo IV, junto con su viuda Isabel Woodville, se hallan acogidos a sagrado en Westminster; poco después el otro hijo varón del monarca fallecido, Ricardo de York, se une a su hermano en la Torre. Entretanto, a instancias del regente, el Parlamento aprueba una ley conocida como Titulus Regius que declaranulo el matrimonio de Eduardo IV e Isabel Woodville. Como consecuencia de ello, los hijos de ese matrimonio son declarados ilegítimos y son apartados de la línea sucesoria, por lo que el regente es proclamado rey con el nombre de Ricardo III. Posteriormente, los dos Príncipes de la Torre desaparecen para nunca volverse a saber nada de ellos.

Tradicionalmente se ha considerado a Ricardo III responsable del asesinato de sus sobrinos, al tiempo que se le ha retratado como un monarca cruel, taimado, tiránico y acomplejado por su joroba y sus taras físicas. Sin embargo, las principales fuentes que han contribuido a crear esta imagen (Tomás Moro y William Shakespeare) escribieron en plena época de apogeo de la dinastía Tudor. Y el primer monarca de la dinastía, Enrique VII (cuyo derecho a la corona de Inglaterra era, por decirlo con elegancia, tangencial) accedió al trono tras la rebelarse contra un monarca legítimo y coronado en Wesminster, y causar su muerte en la batalla de Bosworth en 1485. Este monarca era Ricardo III.

Para los sucesores de Enrique VII era importante dotar al origen de su dinastía de una pátina de respetabilidad alegando que lo que lideró fue un movimiento plenamente justificado por la necesidad de derrocar a un tirano monstruoso, asesino de sus propios sobrinos. Sobre el origen de la dinastía Tudor se puede consultar el siguiente artículo: Catalina de Valois y los Tudor.


Desde hace años han surgido varios movimientos de reivindicación de la figura de Ricardo III que ponen en duda la historia de los escritores de la época Tudor De entrada, apuntan sus defensores, incluso sus mayores detractores reconocen que hasta la muerte de su hermano Ricardo era un administrador capaz y honrado, un contrastado líder militar y un servidor fiel y completamente leal de Eduardo. ¿Cómo pudo de repente transformarse en el personaje que retratan Moro y Shakespeare?. A continuación señalan varios aspectos de la desaparición de los Príncipes de la Torre que no cuadran con la autoría de Ricardo III y que parecen más bien apuntar a su sucesor Enrique Tudor.

El primer y principal punto de discrepancia con la teoría oficial se centra en que cuando Enrique VII tomó posesión de la corona hizo que el Parlamento aprobase una ley  de suspensión de derechos civiles (Act of Attainder) considerando traidores a Ricardo y a sus seguidores en Bosworth, en la que acusaba a su predecesor de crueldad y tiranía. Sin embargo, en esta declaración no se menciona en ningún momento a los Príncipes de la Torre. Para los defensores de Ricardo III resulta inconcebible que un crimen tan execrable como la muerte de dos niños, sobrinos además de su presunto asesino, no se incluyese en esta proclama. De hecho, la única explicación razonable para ellos es que en ese momento los Príncipes se encontrasen todavía sanos y salvos en la Torre y que su desaparición fuese posterior a la muerte de Ricardo III.

El segundo aspecto que  destacan deriva de la respuesta a la pregunta clave de todo asesinato:¿quién se beneficia del crimen?. Ricardo III había hecho aprobar el Títulus Regius y los hijos de su hermano había sido declarados ilegítimos; apartados de la línea sucesoria al trono inglés, los príncipes no suponían ya amenaza alguna para Ricardo (al menos, no una amenaza mayor que otros nueve posibles herederos de la Casa de York, cuya vida Ricardo respetó). Enrique VII, por su parte, se había prometido con la hermana de los príncipes Isabel de York, en un intento de dar legitimidad a su acceso al trono; por ello, derogó el Titulus Regius de forma que Isabel volvía a figurar en la línea de sucesión al trono. Pero en ese caso, también lo estarían sus hermanos los Príncipes de la Torre, que como varones (y si estaban vivos) la precedían en la línea sucesoria. Evidentemente, apuntan los “ricardistas”, Enrique VII tenía un motivo muy poderoso para provocar la desaparición de sus cuñados.

En tercer lugar, se destaca el comportamiento de la madre de los príncipes Isabel Woodville. De entrada aceptó sin rechistar que el pequeño Ricardo abandonara la seguridad del recinto sagrado de Westminster para unirse a su hermano en la Torre; además, al cabo de un tiempo ,  ella y sus hijas abandonaron el refugio de Westminster, asistieron a diversas fiestas y recepciones organizadas por Ricardo III y cobraron una pensión concedida por él, lo que es incompatible con cualquier sospecha o noticia de que sus hijos no se encontrasen perfectamente a salvo y localizados en la Torre.

Sin embargo, lo cierto es que la conducta de Ricardo desde que se unió a su sobrino en el camino a Londres y durante su estancia en la Torre tampoco está libre de sospechas; además en 1502 uno de los servidores de Ricardo III llamado James Tyrrell fue ejecutado tras confesar haber asesinado a los príncipes a instancias del monarca. Los movimientos de reivindicación de Ricardo III señalan que su confesión fue obtenida bajo tortura y que no fue capaz de detallar el lugar en que se encontraban sus cadáveres, lo que desacredita su testimonio. También cuestionan que esta confesión tardara diecisiete años en producirse y que Enrique no presentara pruebas de su confesión antes de su ejecución.

Que los dos muchachos fueron asesinados parece claro; pero más de quinientos años después sigue sin conocerse con certeza quién fue el responsable de su muerte. Desgraciadamente, la secuencia del genoma de Ricardo III nos ayudará a conocer su aspecto físico y sus enfermedades, pero no aclarará el enigma de los Príncipes de la Torre.

Para quien quiera conocer más detalles sobre esta historia, le recomiendo la lectura del original libro de Josephine Tey La hija del tiempo en el que un policía inglés de 1950 que se encuentra en cama se enfrenta al enigma para vencer al aburrimiento y enfoca el asunto como si de una investigación policial se tratara.

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