Origen del título “príncipe de Gales” para designar al heredero al trono inglés.

Eduardo II de Inglaterra, primer heredero al trono inglés en ser investido como príncipe de Gales

En la última de la serie de entradas que estamos dedicando en el blog a la conquista de Gales por parte de Inglaterra ( ver las entradas Eduardo I de Inglaterra contra Llywelyn príncipe de GalesEduardo I, Gales y las leyendas artúricas) habíamos dejado apuntado que en marzo de 1282 se produjo un nuevo levantamiento galés en las zonas dominadas por los ingleses. Esta rebelión se llevó a cabo simultáneamente en varios lugares, lo que da a entender que era un movimiento concertado. El cabecilla del mismo, sin embargo, no fue el nominal príncipe de Gales Llywelyn, sino su hermano Dafydd (ya citado en las entradas anteriores sobre este tema). De hecho, Llywelyn no estaba al tanto inicialmente del levantamiento y tardó cierto tiempo en decidirse a apoyarlo.

La causa principal de la rebelión, además del descontento galés por las concesiones que se habían visto forzados a realizar en el tratado de Conwy (1277), eran los problemas que se estaban generando por la presencia en Gales de un alto número de colonos ingleses con lo que se multiplicaron los choques con los galeses, así como de funcionarios y oficiales ingleses para garantizar la aplicación de las leyes. Si un galés quería plantear una queja o una reclamación por la conducta de un inglés,  debía acudir a tribunales que seguían el sistema procesal inglés y aplicaban la ley inglesa. Esto generaba, a ojos de los galeses, un gran número de injusticias que fueron afectando a disputas de tierras incluso de los grandes terratenientes de la región. La principal pretensión de los rebeldes, según escribió Dafydd a Eduardo, era reivindicar que se mantuviese la aplicación de las leyes galesas.

Eduardo, que de momento se había conformado con la situación resultante del tratado de Conwy, montó en cólera sobre todo cuando supo que el líder de la rebelión era Dafydd, a quien había acogido cuando era un fugitivo de su hermano sin esperanzas de futuro y a quien había dejado en una situación priviliegiada tras la anterior invasión de Gales. Así, Eduardo se dispuso a poner fin de una vez por todas al problema galés. 

Se trataba de una lucha muy desigual; los ingleses disponían en Gales de toda una línea de castillos que Eduardo había ordenado construir o reforzar tras conquistarlos y que sirvieron de base a la invasión. Además, Eduardo había aprendido de anteriores errores de ejércitos ingleses (sobre todo de su abuelo Juan Sin Tierra y su padre Enrique III) cómo derrotar a los galeses consolidando los caminos y abriendo grandes vías de comunicación a través de los densos bosques del país. En menos de un año los ingleses habían conquistado todo Gales y, muerto Llywelyn en una escaramuza, la guerra se convirtió en una caza del hombre hasta que Dafydd fue capturado. Los demás rebeldes fueron perdonados, pero Eduardo guardaba para el cabecilla de la rebelión un destino de tortura y ejecución que recuerdan mucho a los que años después aguardaban a otro líder de un levantamiento contra él; esa rebelión se produjo en Escocia, y el cabecilla respondía al nombre de Willam Wallace... pero esa es otra historia.

Siguiendo con su política de gestos simbólicos de la que ya hemos dicho que Eduardo era muy partidario, ordenó construir un castillo (Caernarfon) en un lugar de alto significado para los galeses; allí se hallaban los restos del fuerte romano de Segontium, que la tradición galesa decía que había sido construido por un emperador romano que había tenido el sueño de construir en ese lugar el más magnífico fuerte visto por el ser humano.

Caernarfon fue el más impresionante de los castillos que marcaban el dominio inglés sobre Gales. En él se encontraba el rey junto a su esposa Leonor de Castilla cuando esta dio a luz al futuro Eduardo II. Cuenta la leyenda que al nacer su hijo Eduardo dijo: "¿no querían un príncipe nacido en Gales? pues ya tienen uno". La anécdota probablemente no sea cierta, pues las primeras reseñas que existen de ella datan del siglo XVI; además, en el momento de su nacimiento Eduardo no era el heredero de su padre, pues todavía vivía su hermano mayor Alfonso (algún día contaremos la historia de la relación entre Eduardo I de Inglaterra y Alfonso X de Castilla, que en su día armó caballero al inglés en Burgos).

Volviendo al tema, en realidad la designación formal de Eduardo como príncipe de Gales, con el sentido que ha conservado hasta la fecha de heredero de la corona de Inglaterra, no se produjo en el momento de su nacimiento sino diecisiete años después en una sesión del parlamento inglés celebrada en la ciudad de Lincoln en el año 1301. 

En todo caso de esta forma Gales pasó a estar de manera definitiva bajo el dominio inglés, aunque todavía se produjo un último intento de recuperar la independencia galesa que, aunque breve y de fecha muy posterior, merece ser reseñado. A este levantamiento dedicaremos la siguiente y última entrada de esta serie dedicada a la conquista de Gales por Inglaterra.

Nuevamente, nos remitimos para más información sobre esta serie de entradas al libro de Marc Morris Edward I, a great and terrible King.



















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